Encuentro en un hotel

Categoría: Por SexyMel
Sucedió hace unos meses, en un hotel con vistas al mar. Hacía muchísimo calor, aunque la subida de temperatura de mi cuerpo nada tenía que ver con el clima. Bajé del taxi y miré en dirección a la entrada, le imaginaba esperándome nervioso, porque como otras tantas veces llegaba tarde.

Subí al elevador, y presioné el botón del tercer piso, lentamente me dirigí hasta la habitación, y toque la puerta, allí estaba el, me miró y vi en sus ojos tanto deseo como debian reflejar los mios. Sin mediar palabra cerró la puerta tras de mi, y me atrapó detrás de ella, me beso con fuerza, mordiéndome los labios, acariciándolos con su lengua, introduciéndola en mi boca y jugueteando con la mía, mientras sus manos bajaban por mis costados hasta levantar mi falda. Lentamente sus besos comenzaron a bajar por mi garganta, mientras su mano derecha ascendía por la cara interna de mi muslo.

Suspiros ahogados escapaban de mi garganta, cuando sus dientes mordisquearon con delicadeza primero un pezón y luego el otro, para a continuación empezar a lamerlos y succionarlos hasta hacerme enloquecer. Su mano había alcanzado su objetivo y acariciaba lentamente los labios de mi vagina sobre el tanga, al sentirme completamente húmeda y al borde del orgasmo, paró sus dedos, para comenzar a torturarme con su deliciosa lengua.

Me lamía despacio, chupaba con intensidad mi hinchado clítoris mientras dos de sus dedos comenzaron a penetrarme, primero despacio y suave, luego mas deprisa y salvaje, mientras su lengua y mis gemidos iban al unísono. Frenética de placer me agarré de su cabello gritando en silencio que me diera más, hasta que me hizo llegar al orgasmo.

Apenas mis rodillas podían sostenerme allí de pie, el pareció notarlo y me llevó en brazos hasta la cama, me tumbó boca abajo y con una sonrisa pícara me preguntó si me apetecía un masaje, adormilada le dije que si, y comenzó a masajerame el cuello, los hombros, la espalda... El letargo desapareció cuando sus manos fueron reemplazados por su lengua, recorriendo mi espalda lentamente, se acomodó encima de mi para besarme la nuca y fue cuando noté su erección dura sobre mis nalgas. se separó un poco para quitarme la falda y el húmedo tanga, me colocó a cuatro patas y a la vez que mordía mi nuca, comenzó a masturbarme mientras me hacía sentir su hinchado pene en la abertura de mi vagina.

Cuando estaba a punto de llegar al orgasmo por segunda vez fue cuando me penetró con una fuerte embestida, agarró mis pechos y comezó a salir y entrar de mi salvajemente, nuestros gemidos junto con el ruido de la cama rompían el silencio reinante. Mis jugos resbalaban por mis muslos por la intensa excitación, mientras el me penetraba más fuerte y deprisa, apoyó su cabeza en mi hombro y me susurró que no dejara de moverme, que estába a punto, eso me excitó tanto que llegué al orgamo casi de inmediato, entonces intensificó el ritmo hasta llegar el y derramar su semen en mi interior.

Esa fue la última vez que lo hicimos, pero su recuerdo sigue vivo dentro de mi.
 
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